La estimulación temprana, como su nombre lo dice, es el saber desarrollar todo el potencial con el que nace el bebé, recurriendo a diversas técnicas, juegos, actividades diversas, etc., haciéndolo de la forma más adecuada y divertida posible, logrando de éste modo su máximo desarrollo intelectual, físico y afectivo.

El bebé desde que nace, está recibiendo estímulos tanto por su relación con sus padres y personas que los rodean, como por su mismo entorno.

Está en manos de los padres, el saber desarrollar en forma adecuada el gran potencial con que nacen los bebés.

Para ésto es muy importante que primeramente entendamos bien el proceso de maduración humano. A diferencia de los animales, los humanos nacemos completamente dependientes de nuestros padres. Tardamos mucho en caminar y desenvolvernos en nuestro entorno.

La estimulación temprana no es un método formal de enseñanza, es solamente una forma de orientación del potencial y capacidades del bebé y del niño.

Cada etapa del desarrollo humano tiene diferentes estímulos, directamente relacionados con el desarrollo, acontecimientos y entorno individuales del pequeño, algo que hay que respetar y no forzar en ningún sentido.

Aplicar o no una estimulación temprana, es únicamente potestad de los padres.

Si se decide por hacerlo, hay que tomar en cuenta que cuanto antes se empiece mejor, puesto que según los expertos, la flexibilidad del cerebro va disminuyendo con la edad, siendo los 3 primeros años de vida los más importantes, donde los bebés alcanzan su nivel máximo de desarrollo neuronal.

En el proceso, es de suma importancia respetar el potencial de cada niño, presentándole objetivos y actividades que fortalezcan su autoestima, iniciativa y aprendizaje.