La rivalidad entre hermanos es normal, y en su mayor parte inocua, la cual forma parte del crecimiento. Los hermanos suelen competir sin conseguir herir a nadie. Una justa y equilibrada competencia les enseña la manera de compartir, el compromiso, el ganar sin humillación y sin perder la auto-degradación.
La violencia o abuso entre hermanos puede ser descrito como un patrón de agresión física con la intención de hacer daño y motivados por la necesidad de poder y control. A menudo, se trata de una escalada de patrón de agresión que los padres tienen dificultades para detenerlos.
Si el niño a los 6 años de edad, golpea a su hermano de 4 años de edad, por un juguete es una cosa. Ahora si el niño de 12 años de edad, en repetidas ocasiones golpea a tracción a su hermano de 8 años de edad, por el vídeo juego es otra cosa de nuevo. Cuando un niño es siempre el perdedor, se mantiene la escalada de la agresión, y si los padres no intervenir con eficacia, la seguridad de las víctimas se convierte en la principal preocupación.
Hay a menudo un componente emocional a la violencia entre hermanos. Con frecuencia, comienza la agresión como "bromas", que podría incluir ridiculizar, insultar, amenazar, aterrorizar, y desvalorizar a su más débil hermano. A veces, puede destruir algo de su hermano para incitar a la violencia. La violencia entre hermanos parece ocurrir con más frecuencia que la violencia entre padres e hijos o malos tratos conyugales.
¿Cuáles son las causas que dan lugar a los abusos?
Lo que empieza como normal en la rivalidad entre hermanos puede degenerar en algo más cuando los padres no supervisan adecuadamente a sus hijos o no les enseñan los medios adecuados para resolver los conflictos. Las circunstancias comunes son, cuando los padres suelen dejar un hermano mayor a cargo de los más jóvenes. El niño a cargo puede no saber cómo disciplinar apropiadamente a su hermano menor. Cuando un niño se comporta mal, el hermano mayor puede ir a los extremos para obligar al niño a cumplir.
El hermano agredido puede comenzar a mostrar signos de depresión, ansiedad, miedo a la oscuridad, problemas de conducta escolar, e incluso, en algunos casos, pensamientos de auto lesiones. El agresor también pueden sufrir. Él o ella puede intimidar a otros niños en la escuela. Hay pruebas de que el niño agresor en su papel puede experimentar efectos a largo plazo, como ser agresivo con sus parejas o cónyuges en la edad adulta.
No pasar por alto el comportamiento cruel
Los padres suelen pasar por alto, ignorar o negar comportamiento cruel entre sus hijos. Los padres deben intervenir en cualquier momento que exista la sospecha de peligro o cuando esté herido. También deben intervenir después de proporcionar a los hermanos la oportunidad de resolver sus propios conflictos y estar seguros de que ellos pueden necesitar una ayuda adicional. El momento y la sensibilidad es fundamental. En un primer momento, el conflicto es a menudo por la lucha de juguetes, espacio, dinero, etc.
Prevención
Escuche y crea a su hijo. Nunca pasar por alto cuando uno de ellos le dice que él o ella está siendo víctima. Asimismo, evitar dar a un hijo demasiada responsabilidad o poder sobre otro. Ofrecer una buena supervisión de un adulto en su ausencia. Asegúrese de investigar los cambios súbitos en el estado de ánimo o temperamento de su niño. Y buscar ayuda profesional si usted no puede controlar la conducta abusiva entre sus hijos.
Intervención Profesional
Los terapeutas con formación tanto en la terapia familiar y violencia familiar pueden ayudar a su familia frente al desafío de hacer frente a la agresión entre hermanos. Un clima terapéutico donde los padres aprendan a ayudar a los niños a resolver los conflictos, puede reducir o eliminar la agresión. Los padres pueden aprender a intervenir en conflictos graves entre hermanos de forma inmediata y eficaz a través de una serie de reglas prescritas y conducta destinadas a alentar una solución.
Los padres a veces también necesitan aprender a manejar sus propios niveles de ira, para que puedan enseñar a sus hijos cómo administrar los suyos. El desarrollo, ejecución y modelado de buenas habilidades de resolución de conflictos durante la calma puede ser útil en la moderación y la reducción de argumentos y desacuerdos. Peligrosas luchas deben detenerse inmediatamente. Los niños deben ser separados y enseñarles a calmarse. Una vez que se han calmado, los padres pueden facilitar el debate acerca de lo que ha sucedido y dejar claro que la violencia no es nunca permitida.
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