La leche materna es el mejor alimento que puede tener un recién nacido, dado que contiene todo lo que el niño necesita durante sus primeros meses de vida, y contiene anticuerpos que lo protegen de muchas enfermedades como el resfrío, neumonía, infecciones urinarias, diarrea etc., incluso lo protege de algunas futuras enfermedades como el asma, alergias, etc.

Los estudios sugieren que niños y adultos que fueron amamantados, tienen menos propensión a desarrollar asma, diabetes, algunos tipos de cáncer como la leucemia, etc. que aquellos que fueron alimentados con fórmula.

Aparte de su composición, es muy importante por el lazo afectivo que se establece entre el bebé y su madre cuando ésta lo amamanta.

También tiene ventajas para la madre, pues cuando ella amamanta a su bebé, recupera más rápidamente el peso, luego del embarazo, no sufrirá de hipertensión y muy raramente de depresión post-parto.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Academia Americana de Pediatría (AAP), se debe alimentar al bebé exclusivamente con leche materna durante los seis primeros meses, y continuar amamantando junto con comidas adicionales hasta los 2 años o más.

La AAP recomienda que los bebés deben tomar por lo menos 200 unidades internacionales de vitamina D para prevenir el raquitismo, incluso aquellos que sólo se alimentan con leche materna, ya que esta tiene bajos niveles de ésta vitamina.

Se debe comenzar a amamantar el bebé durante la primera media hora después del parto.

Luego, hay que amamantarlo cuando se observe que el bebé está listo para mamar, no esperar que llore, porque el llanto es el último signo que da el bebé cuando tiene hambre.