Primero hay que trabajar en la autoestima del adolescente, este intentará imponer su autoridad y mostrarse como un rebelde sin causa; ante esto se debe conversar amorosamente con él, consintiendo algunas cosas pero dejando claro que su conducta es errónea.

La intimidad es esencial durante la pubertad, los padres tienen que aprender a respetar el espacio de sus hijos y no obligarlos a cosas que no quieren; el diálogo y el consenso deben reinar en el hogar.

Dos grandes cambios se dan en la adolescencia: los cambios físicos y hormonales del cuerpo, como el crecimiento del vello, la menstruación, el desarrollo de los senos; y los cambios respecto a la sexualidad, como el aumento del deseo sexual, surgen las dudas sobre la reafirmación de su sexo masculino, femenino u otro.

Con respecto a las amistades, el adolescente siente que estas son muy importantes para su vida; tienden a relacionarse con gente de su edad y salen frecuentemente en grupo. Del mismo modo, cuidan mucho su apariencia física, cambian de peinado y ropa buscando ser más atractivos y la aceptación de los demás.

De otro lado, la relación de los padres con el adolescente sufre un distanciamiento físico, este prefiere encerrarse en su habitación a solas y no hablar con nadie; además ya no se muestra cariñoso con sus progenitores.

Para enfrentar mejor las transformaciones de nuestros hijos, te proponemos los siguientes consejos: trata de mantener un buen diálogo para conocer sus inquietudes, manifiéstale tu apoyo en todo momento, sé comprensivo en los momentos difíciles y demuéstrale que lo quieres mucho.

Un adolescente con una buena autoestima madurará emocionalmente y aceptará su sexualidad sin temores, controlando de mejor manera sus impulsos.